El vuelo a vela es probablemente hoy uno de los deportes en los que hay que ensamblar con
mayor exactitud: inteligencia y precisión, decisión y prudencia. El aparato, al estar desprovisto
de órgano propulsor que le ayude en su trayectoria de vuelo, fía su sustentación en el espacio
a las reacciones. Así podríamos definir el vuelo a vela.
Hoy en día el vuelo a vela ha dejado de ser un deporte de "piraos" con sus locas máquinas
voladoras; volar a vela está al alcance de todos, con una gran sensación y un mínimo riesgo.
En Aragón, el vuelo a vela durante los últimos años ha sufrido una de las etapas de mayor
crecimiento de su corta historia en esta región. Los Pirineos han dejado de ser una zona
explorada tan sólo por pilotos franceses; en la actualidad, y gracias a la colaboración de estos
pilotos, el Pirineo comienza a ser sobrevolado por pilotos de vuelo a vela españoles.
No cabe la menor duda que aprender a volar a vela necesita tiempo, pero eso no debe asustar
a nadie; volar a vela es algo sencillo que no necesita, como antaño, de un don especial y de la
falta de un tornillo. Volar a vela es proponérselo, porque una vez que te pica el gusanillo no se
puede dejar.