La Aerostación es una de las formas más antiguas de volar.
El aerostato es un ingenio que se eleva en virtud de la fuerza ascensional provocada por la
diferente densidad entre e) aire atmosférico y el elemento gaseoso albergado dentro de ese gran
balón que le confiere su forma característica. Por tanto, un factor importante es la ligereza, cuanto
no es imprescindible constituye un lastre y sobra.
Llamamos dirigibles a aquellos que son propulsados por un motor, y globos a los que no lo tienen.
A su vez, los hay de gas (antiguamente hidrógeno y después helio) y de aire caliente.
Los globos más usuales son los de aire caliente, que no disponen de ningún sistema de
propulsión, y por tanto, se desplazan empujados por las corrientes de aire.
Este tipo de globos son aeronaves sencillas que constan de: un gran velamen de cientos de
metros cuadrados de tejido ignífugo, que una vez hinchado proporcionará el empuje para volar.
Una canastilla, usualmente de mimbre, unida al velamen mediante un cordaje adecuado,
destinado a albergar a los tripulantes y pasajeros, los instrumentos de navegación y las botellas
de propano y quemadores que calentarán el aire.
Volar en globo es una aventura que se sabe dónde y cuándo comienza, pero no dónde terminará.
La pericia del piloto para detectar las corrientes de aire más adecuadas nos hará llegar lejos,
contemplando los más insospechados paisajes.
No es un deporte para los más comodones. Seguramente habrá que levantarse temprano para
buscar unas condiciones atmosféricas favorables y desarrollar las laboriosas maniobras de
desplegar e hinchar el velamen. Y, al final, hay que desinflarlo y recogerlo. Aún con todo, el vuelo
habrá merecido la pena.
El título de piloto de globo puede obtenerse a partir de los 17 años.